CONCLUSIÓN
La
Historia es una disciplina compleja, tanto por sí misma como por la forma de
enseñarla o “aprenderla”.
Es
preciso que los docentes transformemos nuestras prácticas de enseñanza para
poder incidir en el aprendizaje de los alumnos; conducirlos de la memorización
de fechas, nombres, sucesos, etc., carentes de sentido o cuya finalidad sólo es
aprobar un examen, hacia el desarrollo del pensamiento crítico y analítico.
Para ello es necesario pensar qué es rescatable, qué recuperar, qué desechar,
qué y cómo innovar nuestras prácticas pedagógicas respecto a la Historia.
Aprender
historia precisa de conocer y entender nociones o conceptos de alteridad,
tiempo, cultura, causalidad, entre otros; de llevarnos a cuestionar las
representaciones propias y contrastarlas con la de otros; podría decirse que a
dudar de lo dado.
La
situación-problema (SP) es una propuesta metodológica que permite guiar a los
estudiantes a la comprensión de la historia y sus repercusiones en el presente;
pero su aplicación también exige un cambio en el docente respecto a su forma de
conocer la Historia.
Enseñar
historia desde un planeamiento de situación problema es un proceso que debe ser
bien planificado y organizado; conducir a la trasformación de conceptos
complejos o de lo contrario no se logrará el objetivo. A través de la SP es
posible lograr la construcción del pensamiento crítico de los alumnos.
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